Y es verdad que el orgullo anuncia la caida, te lo digo para que no lo pierdas todo.

2.7.13

mamá

Ya no era el tono de su voz, ya eran más bien las palabras, y ni siquiera, creo que más bien, era su voz, era la textura, el sonido, lo que eso provocaba a mis oídos, irritación. Una sola palabra bastaba para ponerme nerviosa, o de malhumor, tal vez ella sólo me preguntaba "¿Cómo te fue?" y mi cabeza era una lluvia de ideas, de intenciones, de pretenciones que suponía, ella tenía. Era inevitable casi, que su voz no taladrara mi cabeza, me irritaban ella y sus intentos por ser amables conmigo. No sabía qué era lo que me pasaba, pero de algo estaba segura: tenía que pasar. Como todo en realidad, pero esta vez, más que nada. Porque no podía seguir así, irritándome por todo, por el simple hecho de escuchar su voz, tiraba el mundo al carajo.

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